Condenan a una joven granadina por pegar a sus hijos y quemarlos con cigarros

  • Los niños, que entonces tenían dos y cuatro años, tuvieron que ser ingresados en el hospital tras una de las palizas.
  • La madre empleaba sus puños, palos, estacas y cinturones.
  • La Junta de Andalucía le retiró la custodia en agosto de 2005.
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El Juzgado de lo Penal 3 de Granada ha condenado a una joven de 27 años, como autora de dos delitos de maltrato habitual y otros dos de lesiones en el ámbito familiar, a cinco años de prisión por dar palizas a sus dos hijos menores, a los que llegaba a quemar la piel con cigarrillos o flagelaba con cinturones.

La sentencia también condena a dos años y medio de cárcel como cómplice de los cuatro delitos anteriores al padre de los menores, que tenían entonces dos y cuatro años, e inhabilita a cada uno de los progenitores para el ejercicio de la patria potestad durante 20 años.

El juzgado considera probado que los hechos se remontan, al menos, al segundo semestre del año 2005, cuando los dos acusados estaban vinculados sentimentalmente y tenían dos hijos menores.

Según la resolución, la madre -Dolores G.B.-, con el conocimiento y consentimiento del padre -Manuel R.F.-, sometía a los menores a un continuo trato cruel físico, sin que éstos recibiesen ninguna atención o asistencia médica por las lesiones ocasionadas.

En concreto, en los primeros días del mes de diciembre de 2005, los menores recibieron varias palizas de la acusada "propinadas "indolentemente" gracias a la "nula reacción o capacidad defensiva a oponer" de sus hijos, según adelantaba hoy el diario Granada Hoy .

En este sentido, precisa que los menores se hallaban "habituados a actitudes sumisas ante situaciones de abuso parental" mediante el empleo directo de puños y manos, palos o estacas, cinturones a modo de flagelos e incluso cigarros para infligirles quemaduras cutáneas.

Acabaron en el hospital

En la tarde del 25 de diciembre de 2005 una de la palizas propinadas a la menor determinó su ingreso y asistencia con carácter de urgencia en el Hospital Clínico de Granada y la exploración posterior en el mismo centro de su hermano.

La niña ingresó "con el rostro completamente deformado", con hematomas múltiples y lesiones traumáticas en la zona de la cara, la espalda y el torso, mientras que el menor tenía hematomas en el glúteo y las piernas.

Ambos hermanos, que según la sentencia sufrieron secuelas psicológicas como trastornos de sueño y apetito, temor, ansiedad e irritabilidad extremas, quedaron en régimen de acogimiento a finales de 2005.

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